lunes, 21 de febrero de 2011

Tengo el día chof

Hoy me tendréis que perdonar pero tengo el día ñoño-ñoñísimo, con unos altibajos flipantes que hasta me he asustado yo. ¡Qué malo es "ser mujer"! Si es que empecé a llorar nada más entrar la novia en la iglesia! (sí, bueno, es que el sábado fui a una boda de una compañera del trabajo y encima vino mi amiga "La Menstru" a verme, ¡qué oportuna!).

Y siguió el domingo, durmiendo todo el santo día porque entre que había estado casi 24 horas sin dormir, que estaba cansada de toda la semana y el bajón... yuju, cuanta animación, estoy que me salgo. Menos mal que tenía un Big Bang Theory por ver y me animé un poquito. ¡Si ni siquiera me acordé del partido del Barça hasta la mitad de la primera parte! ¡Yo!

Y hoy en el trabajo ya he empezado con mal pie, estresada y sintiéndome ignorada. He llegado a la conclusión que a veces me debo volver invisible, porque que choque todo el mundo contigo y te sigan ignorando ha de ser por algún motivo. Os lo prometo, en las fotos de la boda casi no aparezco en ninguna, después en Razzmatazz la gente chocando conmigo -o arrollándome mejor dicho- y ni se inmutaban y esta mañana, yo subida en una escalera colgando adornos de Carnaval, han pasado algunas compañeras por mi lado y ¡Ni buenos días! Lo que yo diga, que me vuelvo invisible. Menos mal que mi peques sí que me ven, para eso guardan la magia en sus corazones. Sin decirles nada, han empezado a venir a abrazarme, uno detrás de otro. La mejor de las medicinas, os lo aseguro.

Así que ya veis como está el panorama. He seleccionado una serie de canciones a ver si me suben el ánimo y, de momento funciona. Pero el motivo de esta entrada no es otro que, como estoy sensiblona, pues me he dicho a mí misma, no hay nada mejor para subir la autoestima que hacer que tus amigos te lo suban con cariño y muuuuuxo amor. Pues ala, ¡a decirme cosas bonitas! ¡Vaya morro que tengo!, pensaréis. Correcto, lo tengo, pero en ocasiones es bueno tenerlo.

No soy una persona de abrazos ni besos pero, hoy precisamente no me importaría para nada un buen achuchón. Pero tranquilos, que sólo es una fase hormonal, nada más. Caray, como suena eso. ¡Ey, pero ahora no vengáis en procesión a pegarme un abrazo a mi casa, que no cabemos y no tengo cena para todos! Con un abrazo mental me basta, de verdad.

Y hasta aquí mi entrada de hoy, espero que la próxima entrada sea mucho más optimista. Un besazo enorme a todos (sí, Amanda, para ti también).