viernes, 30 de julio de 2010

Cambios, cambios y más cambios

Hoy, por fin, llegan las ansiadas vacaciones de verano y, como siempre, el último día de curso se me hace muy duro. Cada año me digo a mí misma que no debo llorar, que los niños se van pero que llegan otros a los que también les cogeré cariño, pero cada una de esas personitas acaba ocupando un lugar muy grande en tu corazón. Así que, como podéis imaginaros, he acabando llorando en la puerta del cole con cada peque que cruzaba esa puerta por última vez.

Creía que no me iba a afectar tanto este año, ya que no son mis alumnos los que se van, sinó los alumnos de las chicas que yo coordino. Pero son tantos los momentos que me han dado también como coordinadora que es imposible no emocionarse con sus sonrisas, sus abrazos, sus ideas de bombero, etc. Estoy muy orgullosa de mis niños y niñas.

Hoy incluso me daba pena pensar que ya no sería la "Coordi" de Llar 2, y aunque sé que voy a seguir trabajando con ellas, sentía como que terminaba una etapa muy especial. Y es que hemos pasado un año muy duro, empezar un proyecto nuevo nunca es fácil, menos cuando no conoces a nadie, ni sus maneras de trabajar, los espacios, los recursos de los que dispones o los que te faltan. ¡Ni siquiera sabíamos cual era mi función en concreto! Pero todo eso se superó y hemos terminado siendo una piña, para lo bueno y para lo malo.

¿Qué tiene que ver el título de la entrada con todo esto? Muy sencillo. Todo esto no es más que la introducción. Hoy termina un capítulo más de mi vida, que podría titularse algo así como "El año en que casi me vuelvo loca". Ahora, con las vacaciones, empieza un nuevo capítulo que todavía no sé como voy a llamar. Un profesor que tuve de escritura creativa me dijo una vez que el título de una obra, ya sea literaria, musical, escultura, pintura o lo que sea, no se puede ni se debe pensar hasta que no está terminada.

Muchos han sido los cambios que ha habido y sigue habiendo en mi vida. Cambié de trabajo, cambié de la tranquilidad de Cerdanyola al caos de Hospitalet. A mi alrededor también ha habido novedades, como la inauguración de la L9, que ya ha llegado desde Badalona hasta Sagrera, y hoy se ha inaugurado el tramo de la L5 desde Horta hasta Vall d'Hebrón. Se me va a hacer muy raro bajarme o coger el metro en Horta, sin ver los vagones vacíos. Cualquier día de estos me paso de parada.

Ahora me voy a vivir sola, gran cambio en mi vida. Tengo muchas sensaciones contradictorias en mi interior. Siento nervios por la nueva aventura, tristeza por dejar atrás tantos recuerdos, alegría por sentirme independiente, miedo por no saber salir adelante sola, curiosidad por ver de lo que soy capaz y pánico al pensar que acabaré escuchando voces y ruidos a altas horas de la noche.

De momento, la primera impresión de la gente cuando digo que me voy a vivir sola es: ¿Sola? ¿Y, no te da cosa? Pues sí, me da "cosa", pero si no ¿qué hago? ¿Me quedo sentada mirando la vida pasar, esperando a que aparezca alguien en mi vida que quiera compartir un piso? De eso nada. Ese colchón de viscolátex de 2'00 x 1'40 que me he comprado esh míiiiiiiio, miiiii tessssshooorooooooo. ¿Y la libertad que tengo de elegir el color que me de la gana para las paredes? O el sofá, o las sillas. ¡Anda ya! Que no, que no, que estoy muy bien tal y como estoy. Pero que quede claro, que si aparece un "alguien", bienvenido sea, sobretodo para pagar a medias, jeje.

Felices vacaciones a los que las tengáis, los que no, ánimo, y, para todos y todas sólo un consejo: Sed felices.

domingo, 25 de julio de 2010

La madre que parió a los Gormitis


Érase una vez una niña muy guapa que se llamaba Carla. Era una niña muy alegre y divertida, que se pasaba el día jugando a piratas, se inventaba mil y una historias de aventuras, creando inombrables detalles a sus fantasías.

Carla tenía una tía Sònia que la quería con locura, porque a su tía también le gustaba mucho jugar e inventarse historias. A veces se peleaban o discutían pero siempre acababan haciendo las paces como buenas amigas.

Llegó el cumpleaños de Carla. No se cumple cinco años todos los días, así que la tieta Sònia le preguntó al papá de Carla qué le podía regalar a la peque. Él le dijo que quería un muñeco en especial, un Gormiti de esos que estan de moda. Pero no cualquiera de ellos, no, tenía que ser el Señor del Mar. ¿Y cómo es?, preguntó Sònia, porque no tenía ni idea de quien eran los Gormitis, ni como eran. Es azul, respondió el papá de Carla, con el pelo largo y amarillo.

Con esas consignas y una fuerza de voluntad muy grande, Sònia se lanzó a la búsqueda y captura del bichejo azul. Incluso mobilizó a una de sus amigas, la pobre Raquel, para ayudar en la labor de buscar un regalo para Carla. Recorrieron todas la jugueterías de la zona, rastrearon por Internet, encontraron bichejos feos pero ninguno era el que quería la niña.

Se acercaba la fiesta de cumpleaños de Carla y el Gormiti de las narices no aparecía, así que, el día antes, después de un durísimo día en el trabajo, Sònia se decició en comprarle un Mr Potato con mil millones de piezas de recambio con la esperanza que le gustara a su sobrina. Suerte que es una niña agradecida que todo le gusta.

Ya tenía regalo, así que Sònia se olvidó de los Gormitis y de la madre que parió al topo y se fue, la misma mañana de la fiesta, a un centro comercial. Y allí estaba él. Con su pelo rubio, su piel azul, su pinza a lo Sr Cangrejo. ¡¡¡¡¡¿POR QUÉEEEEEEEEEEE?!!!!!

El caso es que la tieta Sònia dejó salir de su boca una ristra de insultos, maldiciones y despropósitos, compró el maldito muñeco y se lo llevó a su sobrina. No cabe duda que la niña quedó entusiasmada con los regalos, sobretodo con el Señor del Mar. Y Sònia, lloró de alegría por haber podido cumplir su misión.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Ley de Murphy: las cosas se encuentran cuando ya no las buscas.

lunes, 19 de julio de 2010

Viajes. Episodio 1: Londres

Esto de narrar los viajes es algo muy típico, ¿verdad? Te reúnes después de las vacaciones, enseñas esas interminables rondas de fotos, ya sean vía diapositiva, en DVD, con el álbum de fotos de toda la vida o con el Cinexin si quieres. Lo importante es hacer vivir a través de tus imágenes, todo aquello que has vivido o sufrido en tu pequeña incursión en el mundo.




Aquí empieza, pues, queridos amigos, el diario de una aventurera fuera de sus fronteras, siempre con las expectativa de "ay, ¿qué voy a encontrar?" y el anhelo de volver siempre al hogar. Caray, esto parece la introducción de Un país en la mochila...


London:







Aunque haya titulado esta entrada como episodio 1, Londres no ha sido mi primer viaje al otro lado de los Pirineos. De hecho he estado dos veces en Disneyland Resort Paris (y estoy segura que habrá una tercera y, tal vez una cuarta). Pero este viaje en concreto era algo que tenía pendiente desde hacía mucho tiempo, desde mi época Brit-pop (Blur, Pulp, Oasis, etc.). Vamos, que no me podía ir al otro barrio sin haber estado en Londres. Y no me arrepiento en absoluto.


Un fin de semana no da para mucho, en verdad, pero bien aprovechado se pueden hacer maravillas, sobretodo con buen calzado (qué haría yo sin mis All Star), buenos guías, y unas ganas locas de ver, tocar, oler, escuchar, degustar y emocionarse con cada uno de los recovecos de la ciudad.

Portobello Road (que me trajo recuerdos de mi infancia, viendo La Bruja Novata), Notting Hill, Abbey Road, el British Museum, Trafalgar Square, El Soho, Picadilly Circus, Chinatown, la torre de Londres, el Big Bang (toc-toc-toc, Penny?), el increíblemente enorme London Eye, Baker Street (una fan de Conan Doyle no se lo podía perder, aunque sólo fuera por los alrededores). ¿Da o no da de sí un fin de semana?

Y, bueno, ¿qué decir de Camden? No tenía ojos suficientes, ni libras tampoco. Todo carísimo, de acuerdo, pero ¡me lo hubiera comprado toooooodoooooo! Eso sí, la próxima vez elegiré mejor la comida...

Y eso que en Londres el sol brilla por su ausencia ¡Ja, ja y ja! ¡Madre mía que calor! ¿Lo bueno? Que no es un calor tan agobiante como en Barcelona, así que se aguanta bastante bien y, por las noches refresca que da gusto.

Se me hizo corto el viaje, aunque fue muy intenso. Sólo una queja, ¡DÓNDE ESTAN LOS CUERVOOOOOOOS! Sólo vi dos, y ambos huyeron a la mínima que dislumbraron mi cámara de fotos.








Próximo viaje previsto: París.
Nota: Que no se me mosqueen los londinenses por mi "error" (aunque totalmente intencionado). Corrijo: Big Ben, aunque su nombre original es Torre de San Esteban.