sábado, 30 de enero de 2010

¡Comer, comer!

Mi pasión por las crêpes no tiene límite! Como me dijo Amanda ayer, nací gula y moriré del Norte XDDDDDDDD. La entrada de hoy va de recomendaciones gastronómicas. Voy a hablar de una crepería bretona a la que me llevaron ayer, tal vez la conozcais. 





El restaurante se llaman Crêperie Bretonne Annaik, muy cerquita del Gran Casino de Barcelona. Tienen una suculenta variedad de crêpes saladas, ensaladas, tortillas (a la francesa, obviamente) y postres (crêpes dulces, copas de helado y batidos). 




Este lugar tiene la particularidad de ser pequeñito pero estar decorado de manera muy original, puesto que su cocina se encuentra en la carrocería de un autobús antiguo, cuyas puertas sirven también de acceso a los lavabos. En su página web podréis leer cómo estan construidos, pues existen varios restaurantes en distintos puntos de España. Os recomiendo que vayáis, eso sí si sois muchos primero reservad, ya os digo que es pequeño. Y si tenéis intención de dibujar algo, llevaos lápiz y goma y un rotulador, que los colores son plastidecour y no pintan muy bien. Menos da una piedra, ¿no?








¡Buen provecho!


viernes, 29 de enero de 2010

Fantasía musical



La semana pasada la directora de mi "escola bressol" me pasó un documento muy interesante de cómo trabajar la música con el primer ciclo de educación infantil. Me lo miré por encima, ya que no tengo demasiado tiempo pero lo poco que vi me pareció muy didáctico y práctico, así que se lo comenté al día siguiente.

Mi jefa me comentó que, si yo estaba de acuerdo, quería pedirme un favor. Había estado pensando en la posibilidad de hacer algo innovador, una serie de talleres para todos los niveles (de 0 a 3 años) dedicados a la música, todo adecuado a cada nivel madurativo. Cómo sabe que mi sueño frustrado ha sido y siempre será ser profesora de música, me pidió si podía encargarme yo de la tarea, ya que no soy tutora y puedo moverme por las ocho clases sin dificultad y, con la ventaja que conozco todos y cada uno de los alumnos de la escuela. ¡Por supuesto!, contesté. De momento durante el resto del curso me dedicaré a realizar algún taller de vez en cuando (no tengo tiempo ni para rascarme, menos para programar unidades didácticas centradas en la música, eso se tiene que preparar muy bien). Aun así, voy a ponerme con ganas, porque me hace muchísima ilusión.

Y aquí estoy, buscando audiciones, seleccionando sonidos y canciones, repasando mis apuntes de música del ciclo formativo y de la universidad, leyendo por mi cuenta. Vamos, todo un trabajo de investigación. Lo mío es meterme en berenjenales, lo sé. Y buscando, buscando me he encontrado con que mis referencias auditivas se basan prácticamente en dos de las mejores (a mi parecer) producciones de Disney que, a su vez, llevan el mismo nombre. Me refiero a Fantasía y Fantasía 2000.

La música nos hace sentir, experimentar, imaginar, a cada uno algo distinto pero que, al fin y al cabo, es algo que, cada vez que volvemos a escuchar aquella canción o esos primeros acordes, nos hace revivir aquellos momentos, aquellas emociones que vivimos al escucharlos por primera vez. Esa misma era la intención de los creadores de Disney al escoger ciertas piezas clásicas y representarlas gráficamente, bajo una seriación de imágenes en movimiento o una historia pensada por el propio compositor o totalmente nueva y creada para la ocasión.

Me quedo con una pieza de ambas películas:
- Noche en el Monte Pelado de M. Mussogsky


- El Pájaro de Fuego de I. Stravinsky

De pequeña esas películas consiguieron hacerme ver que yo no era la única que podía soñar despierta, y eso fue todo un alívio para mí. Me gustaría que, a través de los talleres, los niños y niñas puedan ser capaces de sentir y amar la música de la misma manera que yo lo hice y que me ha llevado a ser como soy.

domingo, 24 de enero de 2010

Sentimientos



Lo sé, hace un porrón que no escribo pero es que


a) No he tenido tiempo


b) No he tenido nada interesante que contar


c) Sinceramente, no he tenido ganas




Pero he vuelto... que cada uno juzgue si es algo bueno o malo. Pues bien, la entrada de hoy, sintiéndolo mucho, es un poco tristona, aunque tiene notas muy bonitas. Empiezo.




Creo que ya he mencionado en entradas anteriores que en mi trabajo tenemos la suerte de contar (durante 3 preciosísimos meses) con una persona de la que estoy orgullosísima de conocer, trabajar y salir de fiesta en breve. Y esta excelente persona, que se llama Ana Mª Ortega (Ana O, para las compañeras de trabajo) nos deja -o más bien nos la quitan- el próximo viernes 29 de enero.




A parte de lo mal que me siento por el simple hecho que una amiga se quede sin trabajo, me indigna pensar en las condiciones de trabajo que vamos a tener a partir del lunes siguiente. Estamos hartas de repetir a los de "arriba" que nos falta personal, que menos mal que tenemos un refuerzo porque sinó de qué íbamos a poder con todo. Dentro de dos semanas lo sabréis.




Lo más extraño es que todavía mantengo la esperanza que le amplíen el contrato, al menos hasta final de curso... ojalá.




Y ahora una de añoranza. Hoy, después de una semana entera sin mirar el correo electrónico, me he encontrado un mensaje de la mamá de Lia, una de mis alumnas del curso anterior. Me contaba que una noche antes de acostarse, estaba con su hija leyendo el cuento de antes de ir a dormir. De repente, Lia le dice a su madre que está muy triste, a lo que su madre le pregunta "¿por qué estás triste?" y la niña, de poco más de 3 años, le contesta: "porque quiero ver a la Sonia" y se pone a llorar a lágrima viva. Su madre se había quedado sin batería en el móvil y no tenían posibilidad de llamarme, así que no pudieron comunicarse conmigo para que la consolara. Me escribía, además de contarme ésta anécdota, para pedirme si podía enviarle alguna foto en la que saliéramos las dos juntas, ya que esta semana Lia es la protagonista de la clase y su madre había pensado que, como yo había formado una parte tan importante de su vida, debía mencionarme en el libro viajero del aula de Lia.




Mi reacción: un nudo en la garganta, lágrimas que me resbalan por las mejillas y una sonrisa de gratitud hacia esa pequeñaja que me ha hecho tan feliz. No hay nada más gratificante que tus alumnos se acuerden de ti con cariño.




Ya véis, dos historias emotivas, diferentes, pero llenas de todo aquello que me llena día a día.