viernes, 9 de abril de 2010

Lo que no me pase a mi...


Hoy va de aventuras y desventuras de profe. 

Después de unos días de descanso, vuelvo de nuevo a la rutina pero con la variedad que esta semana, a mi co-coordi Cris y a mí, nos toca hacer el servicio de acogida por la mañana. ¿Qué significa eso? Pues nada más y nada menos que levantarme durante toda la semana una hora antes para entrar al trabajo a las 8h (es lo que tiene vivir en Barcelona y trabajar en Hospitalet). 

Martes, normal pero con un sueño inhumano. Llega miércoles. Ya salí de casa un poco más tarde porque:

1. Me he dormido un poco

2. Llevo el portatil a cuestas, y a parte el bolso con el paraguas, mil llaves, el monedero, el teléfono, el MP3, el cable de la cámara de fotos, la cámara de fotos y, también llevo a parte el portatuppers con la comida. 

Salgo del metro, empiezo a subir la cuestecita que me lleva al trabajo, me encuentro con mi compañera, que también ha salido tarde de casa, y nos plantamos delante de la puerta del cole. Saco las llaves, abro la puerta de hierro, cojo la otra llave, giro la cerradura, tiro de la puerta para abrirla y... ¡Oh, la puerta no se abre! 

Repito la operación y ¡Oh, sigue sin abrirse la puerta! Antes que me prepare para batirme en duelo con la maldita puerta, Cris dice muy sabiamente. 

- Me parece que se dejaron el pestillo de seguridad puesto. 

Miiiieerrdddaaaaa! ¿Y ahora cómo narices abrimos? Urgente, llamar a la jefa. La llamo. Un tono, dos tonos. Me lo coge.

- ¿Qué pasa alma de cantarillo? 

- Que se han dejado el pestillo puesto las señoras de la limpieza (que me las quiero mucho, pero me estoy acordando de toda su parentela). 

- Llama al timbre del Casal (Rock) d'avis y entra por la puerta de los ascensores, bajas por las escaleras del patio y desactivas la alarma. 

Y todo eso, hazlo en menos de 30 segundos, que es lo que tarda en saltar la alarmita de marras. En mi cabeza suena la sintonía de Misión Imposible. Pulso el timbre del Casal, no me contestan. Entre tanto, ha llegado la mamá de Jorge (ay, que bonico que es mi bebé), que se ofrece voluntaria a vigilarme el portatil mientras Sô sube al tejado (cambiamos de sintonía, los Hombres de Harrelson). Segundo intento. Esta vez me contestan:

- Hola, somos de l'escola bressol, que no podemos entrar porque está el pestillo puesto, ¿nos podéis abrir?

Mientras suben, me digo para mí, ¿era necesario que le explicaras la Biblia en pasta a la señora para que te abriera la puerta? Llega otra mamá con su bebote, preguntándose qué narices estamos haciendo. 

Por fin, nos abren la puerta, intento abrir la puerta que da acceso directo desde los ascensores y ¡bingo!, se abre. Tomo la delantera seguida de cerca de Cris, giro con gran maestría la curva pronunciada, esquivando perfectamente la columna, continuo recto, llego hasta la alarma, marco el código de seguridad y... ¡luz verde! Prueba superada. Mi compañera abre la puerta, quitamos el pestillo y, ¡por fin! podemos empezar nuestra jornada laboral. 

Señoras y señores, ser profe es muy duro y está muy mal pagado pero ¡me encanta!

2 comentarios:

  1. Me encanta este cuadro, el Grito de Edward Munch. Es mi cara cuando algo me supera, jeje.

    ResponderEliminar
  2. Si, esa es la representación más culta, pero la simpática bien podría ser esta: http://www.youtube.com/watch?v=plWnm7UpsXk

    Me alegro que vuelvas a las andadas con el blog!

    Besos!

    ResponderEliminar