miércoles, 12 de febrero de 2014

Sueños

Todo el mundo tiene sueños, aspiraciones, metas. Los hay que son más ambiciosos que otros; los hay que se aferran a la realidad para planearse un futuro y los que lo arriesgan todo por aquello que quieren.

A menudo me han dicho que para alcanzar los sueños hay que ser valiente, poner todo de tu parte y, sobretodo ver la meta al final del camino para motivarte. En mi caso no me considero una persona valiente ni decidida pero ver la línea de llegada al final de la carrera sí que ha sido siempre un buen aliciente. Volviendo la vista atrás, debo decir que no me ha ido tan mal.

¿Mi sueño? Uno muy grande, fuerte y satisfactorio: ser madre. No estoy diciendo que mi sueño sea el mejor del mundo, puesto que cada cual tiene el suyo y es igual de importante. A lo que me refiero es que, para mi, ser madre era el motor que me obligaba a levantarme por las mañanas, a no rendirme cuando las cosas iban mal y a buscar soluciones frente a las adversidades.

Debo confesar que muchas veces pensé en rendirme. El paso de los años hacía que ese sueño quedara cada vez más lejano. Dudaba que jamás encontraría alguien con quien compartir mi sueño, dudaba tener los recursos para poder mantener a un bebé, dudaba tener el valor de pasar por todo el proceso, ... llegué a dudar de mi misma y de lo que podría lograr en la vida.

Pero no me hundí. Decidí que no me podía esconder detrás de los demás, que por muchas lágrimas que me costara, seguiría adelante. Y lo primero que hice fue ponerme una fecha límite: si a los 30 no había logrado ser madre con una pareja, sería madre soltera.

Los años me pasaron como una exhalación. Cuando quise darme cuenta me había plantado en los 30. Era el momento, dejar atrás los miedos, los peros, los lamentos. Había llegado el momento.
Y así lo hice. Removí cielo y tierra hasta encontrar la mejor opción. Y después de unos cuantos intentos, por fin, resultado positivo.

Mi pequeñajo todavía no ha nacido, aunque ya le queda poquito. Y observando el camino andado y el que me queda por delante veo que valió la pena. Debo decir que yo he tenido muchísima suerte, puesto que hay tantas y tantas personas que no pueden alcanzar su meta y no por falta de ganas.

Hay muchas veces que la vida nos demuestra lo cruel que puede llegar a ser y, por mucho esfuerzo, ganas y esperanza que pongamos en algo, al final hay algo que nos impide lograr aquello que anhelamos. A esas personas valientes que luchan cada día por seguir adelante y que, a pesar de todo la vida les vuelve a poner piedras en el camino, decirles lo mucho que las admiro. Repito que yo he tenido mucha suerte al conseguir mi sueño, aunque haya tenido que amoldar mi sueño a la realidad que me rodea.

A todos los que tenéis sueños, buena suerte. Pensaré en vosotros cada vez que mire la carita de mi hijo para que tengáis suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario