jueves, 24 de septiembre de 2009

Día de reencuentros

Hoy ha sido un gran día. Sí señor, un muy bonito día.

Hoy, aprovechando que tengo fiesta por ser la Mercè, he ido a hacer una visita a mis ex-compañeras y a ver a los peques, sobretodo a ciertos hermanitos de una de mis ex-alumnas. De camino hacia Cerdanyola me ha venido una extraña sensación de nostalgia, cuántas veces había hecho ese camino pensando en lo temprano que era, en el duro día que me esperaba, en tantas y tantas cosas en las que también pienso ahora, pero en dirección opuesta. En cambio, hoy, observaba el camino cómo si fuera la primera vez que lo veía, extrañada de lo tranquilo de mi andar, sin prisas, sin agobios pero con unas terribles ganas de llegar y saludar a todo el mundo.

Me encontraba a poco menos de diez minutos andando de mi destino cuando me encuentro la mamá de una de mis "niñas". ¡Casi me tira al suelo del abrazo que me ha dado! Todavía no me explico la suerte que he tenido de encontrarla, me ha hecho una ilusión... Después de hablar un rato de su hija y lo contenta que va al "cole dels grans" sigo mi camino, escuchando los llantos todavía de adaptación de los más pequeños. Atravesar las puertas de mi antiguo trabajo ha vuelto a despertar en mi sensaciones de contradicción, de tantos buenos momentos vividos en compañía de mis peques y, a la vez el duro año que quedaba atrás. Si pienso en como estaba yo por aquel entonces no me reconozco: amargada, triste, sin saber qué hacer con mi vida. Por contra ahora me siento realizada, feliz y con ganas de hacer cosas nuevas.

Pero, nuevamente, otra sensación de, no sé como llamarlo, ¿deserción? He visto a mis ex-compañeras tristes, cansadas y me he sentido culpable, como si las hubiera abandonado. Ya sé que yo debía seguir mi camino, que ellas harán lo mismo en cuanto puedan, pero no puedo evitar creer que las dejé tiradas. Supongo que es por eso que he intentado alargar lo máximo el rato que he pasado con ellas, ayudándolas en todo lo que he podido. Aun así sé que mañana volverán a estar igual.

Pero no quiero parecer melodramática porque el día ha tenido detalles redondos. He pasado unas horitas con los clones de mi Lia (sus hermanos gemelos) y ¡son tan bonitos! He jugado un poquito con mi Carla (si sus padres se enteran alguna vez que en las acollidas le ponía CDs de Green Day, Bad Religion, etc. A ella le encantaba XD) y el resto de los mayores. Ha sido genial disfrutar de unos momentos así.

Por fin, he decidido despedirme y regresar a casa, pero... ¡sorpresa! Me encontrado con más mamis de mis monstruitos de año pasado que iban a recoger a sus hijos al cole, así que me he acercado a verlos. ¡Casi me pongo a llorar cuando se han lanzado a mis brazos con sonrisas de oreja a oreja! El cariño que ofrecen es tan grande que no hay tesoro en el mundo que pueda comprarlo.

Como comprenderéis estoy que no quepo en mí. Ser profe de infantil es muy duro pero la recompensa es enorme. No lo cambiaría por nada. Bueno, cambiarlo no pero complementarlo, sí. Algún día...

Frase a recordar: La sonrisa de un niño hace girar el mundo.

2 comentarios:

  1. Todo llegara Sonia. Y nosotros estaremos ahi para verlo! ;-)

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  2. Uala tia.
    Ho estaba llegint i m'emociono jo jajaja...
    Li diré a l'Anna que et llegeixi, que aixi veurà encara més la recompensa al final del camí :-D

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