jueves, 31 de diciembre de 2009
Pim, pam, pim, pam, años vienes, años van
domingo, 20 de diciembre de 2009
ECDL... sí, ¡qué pasa!

Con miedo despiertas, cada mañana
Corazón,
Con miedo te acuestas sin decir nada
Estás enfadado con todo lo que hay cerca de tí
Nunca te has gustado,
y vives exigiéndote al máximo siempre,
tú sólo eres culpable de que ahora tú te veas así.
Corazón,
Ahora tienes que pedirte perdón
Por creerte siempre feo y culpable
y sufrir cada vez que sale el sol.
Corazón, corazón,
Ahora tienes que pedirte pedón
Por creerte siemre feo y culpable
y sufrir cada vez que sale el sol.
Corazón.
Corazón, corazón,
jueves, 10 de diciembre de 2009
Cenas de empresa

Amigos y amigas, llega la Navidad (No, ¿de verdad?, no me había dado cuenta). Llegan los villancicos, la lotería, las lueces en las calles y en los balcones, la fira de Santa Llúcia, el Caga Tió, etc. Y, a parte de eso, las prominentes comidas de Nochebuena, Navidad, Sant Esteve, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Y si con todo ese despiporre de comida no nos quedamos empachados, empezamos abriendo boca con LAS CENAS DE EMPRESA.
Esta mañana en el periodico gratuito, había unos consejos para superar las cenas de empresa. Me ha hecho mucha gracia, así que os las indico a continuación (la parte en negrita es la original, el resto son comentarios míos):
1- Es mejor no faltar. No es una cena como otra cualquiera. No, no es una cena cualquiera, sobretodo si no es la típica cena que se organiza entre compañeros de trabajo, sin jefes, de buen rollito. Si es cena oficial, tienes que ir por narices porque, tal como está el panorama laboral, a la mínima te echan a la calle.
2- Beber con moderación. Tu jefe está delante. ¿Cuál de ellos? En mi caso, todavía no sé donde acaba la cadena de jefes. La Fundació es enoooooorme. 900 invitados.
3- No dejes que te hagan una foto en cualquier situación. Luego, pueden colgarla en Facebook. Y no sólo en Facebook, que tantísimo daño ha hecho. Antes de estas redes sociales ya existía el bendito Youtube (¡Vivaaaaa!) y hay mucho friki expandido por el mundo que graban vídeos.
4- Es importante vestirse correctamente. ¿Ves? Eso es uno de los temas de conversación más recurridos en las últimas semanas "¿Qué te vas a poner tú para la cena? Yo no tengo nada, porque, claro, tendré que ir con un vestido arregladito, no puedo ir con lo que me pongo para ir de juerga" y similares. Lo mejor, cuando te dicen "no hace falta ir de etiqueta; arreglada pero informal". ¿Y eso, exactamente, qué narices quiere decir? ¿con tacones de aguja y el chandal? Porque las hay que van a comprar así y dicen que sólo se han arreglado un poquito... ¡Por Diós! ¡El glamour en persona!
5- Olvídate de los temas conflictivos y de los cotilleos. ¡Vaya!, yo que me iba a quejar de la falta de recursos que tenemos, del hecho que el 31 de enero se le acabe el contrato a nuestra persona de soporte, mi Ana la valenciana y que no se tenga previsto alargarle el contrato, con lo que me río yo con ella y la de trabajo que nos ayuda a adelantar. Eso, entonces, no toca, ¿no? Bueno, entonces ya iré otro día a encadenarme a la verja de entrada.
6- Agradece a tu jefe el esfuerzo que hace organizando la cena. ¡Oh, sí, muchas gracias! Gracias por hacer la cena en jueves, gracias por hacerla en la Bonanova, donde se puede aparcar tan bien y hay tanto transporte público para llegar, gracias por pagarme una cena a la que voy obligada en vez de regalarme un jamón ibérico que, seguramente cueste lo que la cena y, gracias por alargar la fiesta hasta la una de la mañana pensando en las que, al día siguiente, tenemos que batallar con niños y niñas que sí habrán descansado.
7- Hay que conocer gente nueva y hablar con todo el mundo. He dejado éste para el final porque yo me preguntaba, ¿cómo me lo haré para hablar con las 900 personas que habrá allí metidas? Que sí, que si quito a la dire, a la administrativa, a mis compañeras, a mi co-coordi, a la coordi suprema, a la jefa-jefa y a la de R.R.H.H, me quedan por conocer y hablar 886 personas. No llego, ¿en dos horas y medía? Ni en broma, vamos. Bueno,...hay alguien con el que no me importaría "profundizar". ¡Eh! Es puramente profesional, preguntarle sobre sus medidas... quiero decir las del cole, que es el arquitecto, mal pensados.
Así pues, advertidos/as estáis. Un último consejo: llevaros un sobre de Almax o algo que os ayude con la digestión.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Porque os queremos
Permitidme hoy que me ponga seria. Esta mañana he recibido la noticia que el abuelo de una gran amiga, mi Amanda, murió ayer. Lo sé, es ley de vida, es lo que nos espera a todos pero, aun así duele. Para ellos, los que se van, se acabó el camino y aquí entran las creencias de cada uno, nuestros anhelos y deseos de algo mejor. En cambio, los que nos quedamos debemos resignarnos, pensar en las cosas buenas que vivimos con ellos, rememorar conversaciones, sonreír al recordar sus ocurrencias, sus muecas, sus gestos.
Pensaremos que es injusto, que todavía quedaban inumerables cosas por hacer, por decir. Intentamos consolarnos con palabras de afecto, manteniéndonos ocupados para no pensar en que ya no están. Pero sí que están, siempre que los llevemos en nuestros corazones, allí estarán, porque han formado parte de nuestras vidas, han influido en ellas y, por tanto, marcarán nuestras decisiones futuras, aunque sea de manera involuntaria.
De mis tres abuelos sólo recuerdo cosas de mi iaia Sole, ya que es con la que conviví más años. Recuerdo sus guisos para un batallón de infantería, recuerdo sus cuentos que nunca eran iguales que el día anterior, recuerdo las vísperas de Reyes, en las que me cambiaba su cama para que yo no me despertara con el ir y venir de los "Reyes Magos" al pasar por nuestra habitación, recuerdo esos pequeños ojos azul grisáceo que tanto me gustaban. También recuerdo su fuerte carácter, nuestras interminables discusiones por puntos de vista distantes, su obsesión con las cazuelas, paellas, bolsos y zapatos. Recuerdo el arroz con leche, las torrijas, la compota de manzana. Y después de tantos años, todavía mantengo en mi cabeza el último recuerdo que tengo de ella, ese último beso de despedida la noche antes. Esa tarde de sábado yo estaba justamente como ahora, con gripe, pero fui a verla. Al despedirme, la miré con pena, había algo que me decía que era la última ocasión que me quedaba. Le di un beso y le dije "Adiós, iaia". El domingo siguiente, mis padres fueron a verla pero yo me quedé en casa. No me encontraba bien y debía terminar un trabajo para el instituto. Cuando mi madre regresó a casa, supe sólo con escuchar sus pasos que ella ya no estaba. Al día siguiente, en el cementerio, le hice una promesa a mi abuela, que a pesar de mis malísimas notas, aprovaría COU. Y así lo hice, como si ella, esté donde esté, me hubiera dado el empujón que necesitaba para continuar. Y sigue haciéndolo hoy día.
No tuve la ocasión de conocer al abuelo de Amanda, al menos de manera presencial. Sé que le gustaba sentarse a tomar el sol, mientras su nieta h0jeaba revistas y, esa es la visión que me quedará de él.
En las últimas semanas otras personas a las que quiero mucho también han perdido a un ser querido. Desde aquí el abrazo más grande.
Ésta ha sido mi manera de homenajear a todos aquellos y aquellas que, después de toda una vida, todavía nos hacen sonreír. Os queremos.